Thursday, June 29, 2006

Tras el Segundo Inmortal - Invitado Logan


Creo que esta vez sí me pasé, siempre he sido aficionado de un buen botín, no voy a negarlo, más si hay mujeres bonitas o mucho vino de por medio. Este humilde ladrón no se niega nunca a una buena pelea y menos al lado de viejos amigos, pero esto es una exageración y no se por qué presiento que en esta ocasión harán falta más que un buen par de trucos para salir de ésta, pero en fin, siempre hay una puerta trasera y un par de ases bajo la manga…

Vamos en grupo cabalgando hacia donde nace el sol; la figura atractiva en la armadura brillante con un arco y una espada, es la chica que nos viene dirigiendo; tendré que estar atento porque percibo que es la única que no convive con los otros dos. El de atrás es mi amigo Miruvore, un elfo medio loco de cabello oscuro vestido con ropajes verdes, también es arquero, no entiendo por qué no puede apartar su mirada de la guerrera. Hasta atrás viene el enano, eso sí luchando por mantener el equilibrio montado en aquél animal tres veces más alto que él; Miruvore lo mandó hasta atrás alegando que era mejor que hubiera alguien de confianza cuidando la retaguardia, pero la verdad, aquí entre nos, es que fue para que no tuviéramos que soportar su apestoso olor.

La silueta de Griffin Fall se veía a contraluz a nuestras espaldas, es un lugar maravilloso, con mucho potencial para un hábil ladrón como yo; si no fuera por esos guardias que vigilan cada esquina… aún así logré conseguir un par de cubiertos del mismísimo Rey… bueno, no creo que los extrañe, tenía muchos.

Sin embargo no he podido entender muy bien al armatoste ese al que Miruvore con gran énfasis, llama “Tonto”, cada vez que me acerco me agarra del pie y me pone patas para arriba, ¡y luego es un verdadero pleito para que me baje!

¿Qué por qué estoy aquí? ¿No les parece una jugosa recompensa motivo suficiente? Sin mencionar los tesoros con los que podría toparme en el camino. Bueno, supongo que también cuenta que viene Miruvore. Desde niños me ha hecho reír y me dio gusto encontrármelo en Miracus, siempre jugaba a ser el gran aventurero, y veo que no ha cambiado mucho, aunque se está buscando juguetes más grandes y aventuras más peligrosas.

"Así que, Capitana, ¿la puedo llamar sólo Lídice? ¿A cuánto estamos del poblado de Rhywsoter?" – Dijo Miruvore sin dejar de mirar… mmm, la armadura de la humana.

"Rhowyster" - Corrigió. - "A una semana en paso regular mease elfo, descansando a la orilla del camino al caer la noche.”– La humana contestó sin voltear, solamente se limitó a mirarlo por el rabillo del ojo.

"¡Ah!, ¿y a quién vamos a encontrar ahí entonces?" – La grave y ronca voz del enano se escuchó desde atrás, haciendo un esfuerzo por entrar en la conversación.

"Sé igual o menos que ustedes, sólo tengo órdenes directas del Rey de escoltarlos hasta la cantina de Rhowyster." -

"Ojalá Imhaet estuviera aquí" – el enano hizo una breve pausa, para luego continuar – "Realmente me preocupan su paradero y… ¡eh! ¡tú, elfo! ¿qué traes ahí?" -

"¿Me hablas a mi?” – pregunté con desdén tratando de ignorar al apestoso enano.

"No" – Dijo burlón. –"Seguramente le hablo al otro elfo, ¡pedazo de seudópodo!" -

Miru giró rápidamente su caballo mientras que el enano se acercaba hacia mí – “¡No me digas pedazo de seudópodo, apestoso enano difamador!"

"No hablaba de ti elfo cilindrero, hablo de tu compadre que trae algo ahí brillante entre sus cosas."

"¡Pues tú que lo andas viendo!" – Me defendí.

"Trae acá…" – Lorgar logró quitarme lo que tenia en las manos. – "¿Qué es esto? ¿la flecha que tenía el rey en la cena? ¿cómo la conseguiste?" -

"Mmm… el rey… me la regaló…" -

"¡Pues claro Lorgar! ¿qué esperabas? ¡Obviamente no se la iba a llevar sin permiso!" – Intervino a tiempo mi amigo elfo.

"¡Basta ya! ¡no importa de dónde la ha conseguido, no vamos a regresar a Griffin Fall sólo por eso." – La voz de la Capitana se alzó por sobre el barullo que armamos. – "¡Ahora desmonten, que acamparemos ahí. Los elfos conseguirán la madera para la fogata y el enano conseguirá la comida. ¡Y apúrense que yo haré la primera guardia!"

Qué mandona. En fin, así fue nuestro primer día fuera de Griffin Fall, parece ser que así será todo el resto del camino. ¿Yo? Bueno, por mi parte recuperé mi flecha y un par piezas de oro que traía el enano encima junto a uno de esos medallones raros que los enanos suelen traer; algo de provecho le sacaré, de todos modos, creo que le estorbaban mucho.

Eso sí, por lo menos podremos molestar a Lorgar todo el camino.

Logan Witchfox
Príncipe Exiliado de la Cofradía de Ladrones de Noth.

Thursday, June 22, 2006

El Reino del Oeste - Invitado Wilfred

El horizonte hacia el norte siempre ha reflejado la calma que le falta al panorama desolado que se ve hacia el sur en la torre del alcázar. La ciudadela de Dobshenic es la frontera que resguarda el reino de los humanos del inhóspito y mortal paraje que se encuentra después de las Montañas Mortuorias, al suroeste del continente. Es el reino habitado por humanos más lejano de Griffin Fall y miembro del tratado de triunvirato Griffin Fall / Argoria / Dobshenic acordado unos cien años atrás.

- “Una columna de humo se alza en el norte, desde la zona de Itsca Moseri... debe ser un gran fuego para verse desde aquí.” – murmuré para mi mismo mientras bajaba el catalejo. Verdaderamente algo no esta bien, primero los extranjeros y ahora esto, seguro están relacionados, pero mi padre no ha querido decirme nada, es raro que sea así.

- “Mi príncipe, hay un extraño en la puerta, desea hablar con el rey”. – El guardia interrumpió mis pensamientos.

- “¿Quién es?, ¿De dónde viene?” -

- “No ha querido decirlo, mi Señor, dice que hablará solamente con su Majestad y nadie más. Se encuentra en la puerta Norte.” -

- “Infórmale a mi padre, yo escoltaré a ésta persona.”-

Bajé de la muralla sumergido en mis pensamientos; "al menos no viene del Sur" me dije mentalmente, algo que en estos momentos no me sorprendería. Tomé mi caballo y emprendí el galope hasta las puertas de la ciudadela.

No tardé mucho en llegar, ahí estaba la figura del extraño, montada en un caballo negro y envuelto en una túnica del mismo color. La capucha no dejaba verle el rostro.

- “Extraño, soy su escolta hasta el alcázar, haga el favor de decirme su nombre y la razón por la cual desea hablar con el rey.” -

- “Mi nombre no es de importancia, y el asunto que tengo con su rey es algo que solamente a su Majestad interesa.” - La voz del extraño era suave pero profunda, tenía un acento que no logré reconocer, aunque era posible que estuviese fingiendo su propia voz.

- “En ese caso lo escoltaré, sin embargo es posible que no desee hablar con usted si se rehúsa a seguir un simple protocolo.” -

- “Su majestad me recibirá, no veo porqué debiera suceder lo contrario, o ¿a caso también es protocolo que el príncipe escolte a todas las visitas?..." – La respuesta me tomó por sorpresa, inclusive consideré el comentario una ofensa tal, que llevé mi mano a mi espada. – "… No crea que es difícil ver el rostro de su padre reflejado en usted; aunque más joven, tienen la misma llama en los ojos.”-

Guardé silencio hasta la entrada del alcázar, donde dejamos los caballos. Entramos juntos hasta el salón favorito de mi padre, aquel donde se encontraban las armaduras de la familia real. Crucé el umbral de la puerta con mi compañía un paso tras de mí y presenté al extraño. – “Mi señor, el caballero que desea hablar con usted."-

El rey, que cuando entramos nos daba la espalda, giró hacia nosotros. – “¿Quién es usted que no sois capaz de revelar vuestro nombre?”-

En ese momento el extraño sacó su mano de debajo de la túnica, dejando ver una armadura blanca y azul al tiempo que aventaba un pequeño objeto dorado a las manos de mi padre. Cuando lo examinó su rostro cambió – “El anillo de la casa de Ivanhoe, tesoro de mi familia.” – Levantó la mirada para ver al extraño y luego a mí y me ordenó salir de la habitación.

No podía discutir con él, así que obedecí y cerré la puerta tras de mis pasos, sin embargo la curiosidad era demasiado grande así que me apresuré al cuarto contiguo a espiar la conversación. Pegué el oído al picaporte, más no logré distinguir sus palabras pues parecían estar caminando alrededor de la habitación, lo primero que logre comprender fue la voz de mi padre:

- “… Mhm, es muy grave lo que comentáis, sin embargo el trato está arreglado y me apresuraré a cumplir mi parte. Lamento, como le dije, no poder hacer nada con respecto a lo segundo que me pide.” -

- “Comprendo.” -

- “Muy bien, en ese caso no resto mas vuestro tiempo, partid sin tardanza. ¡Wilfred!” -

Al oír mi nombre abrí la puerta sin pensar que no me encontraba en el lugar adecuado.

- “¿Si mi Señor?” -

- “Da órdenes que éste hombre no sea demorado pues debe salir de inmediato.” -

- “¡Si Señor!” -

Me tomó pocos minutos dar los comandos pertinentes para regresar con mi padre, cruzándome con el extraño en el camino. – “Hasta luego buen príncipe.”

Cuando llegué a la habitación el rey se encontraba sentado, reflexionando con la mirada perdida acariciándose la barba, tal como lo había visto en momentos de crisis. – “Padre, ¿quién era ese hombre y que quería contigo?”

El rey rompió su pose y se levantó caminando hacia mí. – “Hay ciertas cosas que aún no estas preparado para entender, sin embargo confío que un día serás un estupendo sucesor. Ahora ve y consigue un buen grupo de hombres en los que confíes pues les tengo una importante empresa, también dile a mi escolta que se prepare pues deberé emprender un viaje a Griffin Fall cuanto antes.” – Hizo una pequeña pausa y continuó. – “Necesito que seas fuerte hijo, pues tendrás la ciudadela en tus manos durante mi ausencia.” -

Asentí con la cabeza, di media vuelta e hice su voluntad para luego regresar a mi puesto en la muralla mientras una pequeña figura encapuchada se alejaba cabalgando hacia el Este.

Wilfred I.
Príncipe de Dobshenic

Thursday, June 15, 2006

El Paso a Seguir - Invitado Miruvore

Con el silencio vino una oscuridad descorazonadora, durante unos instantes que se me antojaron eternos no pasó nada hasta que una onda de sonido resquebrajó el cielo; fuego, sangre… caos. Incapaz de mover un sólo músculo o de dejar de mirar la escena, nada hacía el menor sentido, salvo el amargo conocimiento de saber que ante mí estaba el fin del mundo. Un último relámpago iluminó el firmamento y sólo entonces pude verlos, cinco majestuosas siluetas se alzaban en el horizonte, cinco figuras que pacientes esperaban una señal; no sé si para salvar al mundo… o para destruirlo.

Y entonces… desperté.

Uy, ya pasó una semana desde que aquél sueño rarito que tuve frente a la ventana del salón, una semana desde que Imh se enojó con Atei y se fue. ¡Ash! ¿Cómo por qué no me dejaron ir detrás de él? ¡Ni siquiera sabemos si sigue en la ciudad!

A ver Miruvore, piensa. ¿Dónde estarías tú si fueras Imhaet? Mmmm, pues obvio, estaría conmigo, porque la verdad me metí a esta aventura porque él me engatuzó en primer lugar. ¡Yo estaba de vacaciones! De haber sabido me hubiera quedado tranquilito en mi Bosque Argento, lleno de elfitas, y frutas y…

Bueno, el punto no era ese.

Hace unas horas el Rey Loren II nos mandó llamar, así que el Enano, Logan y yo, (sin el Tonto) nos sentamos a comer con él para discutir el rumbo de nuestra misión.

Con todo y que Lorgar había tomado una actitud más seria y estirada desde que Imh nos dejó, no pudo evitar devorarse los manjares que nos sirvieron, ya saben, un enano hambriento no es buena idea: también alcancé a ver que mi amigo Logan estaba guardando algunas piezas de la platería, seguro que las quiere para pulirlas después.

- “Espero que aún sin Mease Imhaet ustedes estén dispuestos a seguir con esta misión tan importante.” – dijo el Rey sin tocar su comida, no sé por qué si estaba buenísima, pero parecía mucho más interesado en la hermosa flecha dorada que sostenía entre sus dedos, acariciándola con aire ausente, me pregunto si será algún tipo de pista.

El Enano se puso otra vez todo solemne, limpió su barba y sacando a relucir sus cortas habilidades diplomáticas se limitó a preguntar:

- “Mi Señor, ¿ha habido noticias del paradero de Imhaet?”

- “Mease enano, no podemos darnos el lujo de esperar a Imhaet, tal vez no regrese y podría apostar que esta a medio camino de regreso a su tierra, en realidad no lo culpo”.

- “Pues mientras haya una buena paga yo…” – creo que mi buen amigo Logan no contaba con el codo del Enano que se clavaba contra sus costillas, eso o más bien le gustan las pausas dramáticas, no lo sé.

- “Por supuesto” – respondió el rey.

- “En ese caso yo también voy. ¡Que no se diga que un enano no puede seguirle el paso a un elfo delicado!” – dijo Lorgar balanceando su hacha.

- “¿Y que hay de usted Miruvore?” -

El comentario me tomó por sorpresa, es más, casi se me atora un huesito de pollo en la garganta, el Rey se inclinó hacia delante dejando la peculiar flecha sobre la mesa, como esperando mi respuesta. Yo sólo pude asentir con la cabeza. El Rey se mostró complacido aunque aún tengo la duda si se reía conmigo, o de mí. El caso es que nos dijo:

- “Sea, los preparativos del viaje están casi listos, sólo resta esperar direcciones del Gran Atei, claro tenemos que aguardar un poco a que termine de recuperar su energía. También debo comentarles que he dispuesto que uno de mis lugartenientes vaya con ustedes”. -

Ah no, eso sí que no, yo no estaba dispuesto a aceptar a un perfecto desconocido nada más porque sí. Ya iba yo a protestar cuando los guardias reales entraron escoltando al capitán en cuestión.

Y si no tuviera yo tan buenos huesos seguro que se me desprende la quijada hasta el suelo. Entró por la puerta una humana como no había visto otra, tenía un porte que varias elfas que conozco envidiarían y una belleza arrebatadora que hacía un contraste único con su mirada feroz mientras su hermoso cabello castaño rojizo se asomaba incontrolable debajo del paño que traía amarrado en su cabeza; arco al hombro y espada a la cintura; su armadura, aunque completa, permitía ver sus bellos atributos físicos…

Creo que estoy enamorado...

Miru.

Thursday, June 08, 2006

De Regreso a Griffin Fall - Invitado Lorgar

Hoy hace dos días ya que Imhaet, nuestro compañero y guía hasta ahora, desapareció, y a pesar del cansancio acumulado en largas jornadas, ni el Miruvore ni yo lograremos descansar hasta conocer su paradero y saber que esta bien.

Mi nombre es Lorgar Crimsonbeard, guerrero de la primera legión del reino nocturno de Drimbnerök en Kazha-Bur, o el país de los enanos, como muchos de ustedes lo conocerán. Soy parte de este grupo por una vendetta personal, y para mantener el brazo del hacha fuerte y adiestrado para el día en que al fín logre poner en alto el nombre de mis ancestros. En este grupo peculiar he conocido grandes amigos, como Imhaet y el Miruvore.

Hace tres días ya que entramos bajo las magnificas murallas de Griffin Fall, Imhaet se veía muy intranquilo desde nuestra escaramuza con los clérigos que contenían a Atei, pero pensé que era por la impresión de ver un pueblo así de viciado por quienes debían protegerlo.

Eso pensé….craso error. Todo comenzó a ponerse de cabeza cuando alcanzamos el castillo.

Se nos concedió audiencia tan pronto como pusimos pie en las majestuosas salas del castillo. Todos excepto Tonto y Logan, nuestro nuevo camarada entramos a conocer al fin al rey de tan antigua ciudad. La sala del trono lucía majestuosa, con su gran alfombra roja, trofeos, armas y armaduras de todos tamaños y los más diversos materiales, algunos de ellos son verdaderas obras de arte, y eso es mucho elogio viniendo de un enano de Drimbnerök.

Miruvore observaba muy atento la magnífica vista que daba la ciudad desde los grandes ventanales a espaldas del gran rey, eso, o se había quedado dormido.

Imhaet, una vez concluidas las formalidades habituales procedió a informarle en detalle al rey de nuestro vertiginoso y fortuito escape de Miracus, con un papiro donde podría ponerlo todo en los archivos del reino, no omitió la gran ayuda de Logan en la empresa, y por mis barbas que el rey se portó correctamente, dando ordenes inmediatas para recompensar al elfo.

Pero la mente de su majestad parecía estar en otro lugar. Con paso cansado nos dio la espalda y miró fijamente y de cara a cara a su reino, que se fundía con la luz de la tarde. Su rostro quedó entre las penumbras de la sala, invisible para nosotros.

- “Imhaet, tenemos noticias del oeste, hay problemas en tu país…”

- “¿Qué? ¿En la Isla Blanca? ¿Qué ha pasado?” – Imhaet, pese a toda su majestad, no pudo decir esto en el tono mesurado en que había hablado hasta ahora.

- “La segunda puerta se ha abierto, la isla está siendo evacuada por la milicia, que apenas ha contenido la amenaza.” – El rey, aún sin mirarnos parecía estar librando una batalla en su interior para escoger las palabras, Miruvore aún dormía/meditaba en silencio.

El rostro de Imhaet se puso lívido, las líneas de su rostro se marcaron, era evidente que estaba perturbado por la noticia.

- “En ese caso debo pedir licencia para abandonar inmediatamente el reino su majestad.”

- “No.” – El rey se volvió hacia nosotros mientras decía esto, todo el irradiaba majestad, pero algo en sus ojos me hizo pensar en una disculpa más que en una orden.

Imhaet, el rostro denotando los primeros indicios de ira, volteo a ver fijamente a Atei, nuestro legendario acompañante.

- “Usted lo sabía, lo sabía desde el principio, ¿Desde hace cuanto?”

- “Las puertas se abrieron hace diez días.” – dijo Atei.

“Estábamos todavía en Miracus, ¿Lo rescatamos y no dijo nada?” – Aquello fue demasiado para Imhaet, que estalló.

- “Era imperativo que siguiera, y siga con la misión que tiene encomendada: mease Imhaet, usted y sus compañeros tienen que encontrar a los Héroes Legendarios.”

- “¿Y mis soldados? ¿Mi familia?” – su voz se cortó por un momento – “¿Talisa?”

- “No hay nada que pueda hacer ahora por ellos, es menester que se enfoque con lo que tiene aquí, con su deber. Nadie más lo hará.” – El rostro de Atei parecía de piedra como la prisión de la que lo sacamos al responderle a Imhaet.

Imhaet se llevó las manos al cinturón, sacó algo de la capa y lo lanzó hacia Atei, los guardias reales se toparon conmigo al intentar surcar la puerta.

“Aquí está mi deber. Y por lo que a mi respecta las leyendas pueden cuidarse solas.” – y salió del salón rápidamente, azotando la puerta tras de sí.

Miruvore, recién salido de su meditación/sueño corrió tras de él, pero fue detenido por el rey.

“Déjalo, necesita estar solo. Ahora dime, ¿quién es el elfo al que necesito pagarle?”

No hemos visto a Imhaet desde entonces, cabalga tranquilo Imhaet, que los dioses bajo la montaña cuiden la tierra que pisas, nosotros estaremos esperando.

Lorgar Crimsonbeard,
Guerrero de la primera orden y maestro herrero, Drimbnerök.

Thursday, June 01, 2006

Una Noche con Luna

El viaje de regreso a Griffin Fall fue un descanso para todos nosotros. La vegetación se volvía más prominente y el desierto se fue quedando atrás mientras avanzábamos al oeste. Pronto las piedras y arena fueron sustituidas por pequeñas hierbas que, a su vez, dieron paso majestuosos árboles mas altos que una casa.

Yo guiaba la pequeña carroza que habíamos conseguido en uno de los pequeños pueblos esparcidos por casi todo el continente. Icn ERuKní (Atei), fue atrás todo el trayecto; casi no dijo palabra, sólo se limitaba a ver por la ventana cuando no estaba dormitando o tratando de ingerir alguno de los alimentos que le dábamos. Me pregunto como pudo haber sobrevivido tanto tiempo dentro de esa armadura.

Acampábamos a las afueras de los poblados para evitar a los curiosos y los elfos se encargaban de las provisiones. Lorgar no dejó de tratar de animar al clérigo contándole las fantásticas historias de sus antepasados, sin embargo el rostro del héroe legendario casi no mostró cambio alguno.

Las únicas vez que conversamos fue una noche, casi a mitad de camino. Los elfos habían preparado una fogata en un pequeño claro a unas horas de Risen. La luna tenía un tinte rojizo mientras nacía del lejano horizonte.

“La luna tiene sangre esta noche.” – murmulló Atei para sí mismo, y luego volteo hacia mí – “¿Cuánto falta para que llegemos a Griffin Fall mease Imhaet?”

“Cuatro días y tres noches mi señor” – respondí sin saber bien que decir – “Hemos avanzado por veredas secundarias tratando de permanecer alejados del camino principal; seguramente nos estarán buscando.”

El clérigo no dijo nada, solo se limitó a asentir con la cabeza para regresar a su impávida postura. Uno podría pensar que después de tanto tiempo encerrado estaría muy molesto, pero si es así, no lo demuestra. ¿Cuánto tiempo habrá pasado ahí? ¿Cuál fue la razón de su encierro?...

Como si estuviera leyendo mi mente, Atei empezó a hablar.

“Ciento setenta años aproximadamente y no hubo un solo día que pudiera ver la luz del sol.” – su voz era triste pero firme, sin embargo parecía no estar hablando con nosotros, sino que solamente decía las palabras en voz alta para reconfortarse a sí mismo. – “No quería yo que las cosas llegaran a ese punto, es por eso que me refugié en Miracus, pero ellos no dejarían que me fuera de nuevo, por eso me encerraron y me dejaron ahí, su avaricia los cegó y yo perdí mi libertad.”

Me quedé callado, no sabía que decir, lo único que pude hacer fue ayudarlo a llegar a la carroza y dejarlo descansar. Regresé y apagué el fuego con un poco de agua; les encargué a los elfos la primera guardia y fui a recostarme, sin embargo no pude cerrar los ojos en toda la noche.

Icn Imhaet