Monday, April 03, 2006

El Primer Inmortal

La noche en ésta ciudad del desierto es fría, pero llena de estrellas. Esperamos lo más que pudimos, sin embargo, en ningún momento la ciudad quedó en silencio. Nos escurrimos en la oscuridad por entre los callejones hasta llegar a un costado del monolito donde se yergue el Templo.

Lorgar y yo empezamos a escalar la pared de roca para llegar a la base del templo, mientras que el Golem lanzaba a Miruvore por los aires para caer silenciosamente en el techo del edificio, y desde ahí lanzarnos una cuerda para subir y entrar por el único punto vulnerable del Templo, la abertura circular en el santuario del oráculo.

Una tenue luz nos iluminaba mientras nos descolgábamos a la gran sala, teniendo cuidado de no caer en la abertura frente a la imagen del oráculo.

"Veo que no le ha costado mucho descifrar mi pequeño acertijo” – dijo el oráculo ya que estábamos frente a él.

Haciendo una seña en silencio, le indiqué a Lorgar que era su turno y esbozando una pequeña sonrisa se acercó al monolito, lo examinó por unos momentos y le dio un fuerte golpe a la piedra, con la parte de atrás de su hacha, cerca de donde se encontraba la armadura.

“Espere mi señor, lo sacaremos de ahí"- dije con voz baja. En ese momento la piedra se rajó y desquebrajó dejando caer la armadura completa al piso. Tras ella, un cuerpo casi inerte calló también.

Miruvore y yo nos acercamos rápidamente para levantar al oráculo. “Esperen, déjenme recostarme un rato, hace mucho tiempo que no descanso mi espalda sobre la tierra. Llevo años atrapado en esa armadura…” – El hombre estaba envuelto en una túnica roja con blanco, decorada con figuras doradas que semejaban a flamas que salían de los bordes. Era ya una persona mayor, parecía haber alcanzado unos 70 años, pero si yo estaba en lo correcto debería tener unos 200 años más o menos.

“Mi señor, ya conoce Ud. mi nombre, ¿haría el favor de decirme el suyo?” – Aventuré a decir.

“¿No lo sabe aún Mease Imhaet?” Bueno, muy bien, se lo diré, NeSaGa I ERuKni”.

Escuchar esas palabras me dejaron helado, por un momento pensé que me había equivocado, ningún humano ha vivido mas de 200 años, pero ahí estaba ese hombre, diciéndome, en mi propia lengua, que era uno de los cinco héroes olvidados, el feroz Clérigo de la Guerra, Atei.

Icn Imhaet