Thursday, August 17, 2006

Disculpas

Debido a circunstancias fuera de nuestro control, no habrá capítulo de Cronicas de la Isla Blanca ésta semana.

Disculpen las molestias.
O.

Thursday, August 10, 2006

Gitanos Malditos y un Elfo

Cuando Logan despertó en la pequeña jaula de madera descubrió que sus compañeros no estaban con él. La mañana fue fría y había llovido algo por la noche, la neblina había inundado el bosque dándole una apariencia escalofriante.

“¡Eh tú!, ¿qué han hecho con mis compañeros? ¿dónde están?” – el elfo tomó una piedra y se la arrojó a uno de los hombres-planta que estaban cerca de él. – “¡Hey, contéstame!”.

“¡Ouch!, ¡eh, no te pases de listo!” – dijo aquél que había recibido el golpe.

“Je, déjalo en paz, ¿qué no ves que está preguntando por sus amiguitos?” – el segundo hombre-planta se dirigió al elfo – “¿Te has vuelto blando Witchfox?, lástima que sea tan tarde, tus amigos se han convertido en el desayuno… ¿quieres?”

Ambos seres estallaron en risas huecas que distaban de su antigua humanidad al tiempo que le aventaron un plato de comida caliente que más parecía una porción de engrudo enrojecido.

“¡Les dije que no se acercaran a él!, éste elfo es capaz de abrir la cerradura con la pequeña cuchara que acaba de tomar del plato que le lanzaron." – la voz de Zarok enmudeció a sus dos subordinados. – “Ahora sáquenlo de ahí, es hora de nuestra charla prometida, querido hermano.”

Los dos seres obedecieron inmediatamente dejando al prisionero de rodillas frente a su jefe.

“Ven conmigo Witchfox, tenemos mucho de que hablar.” – Zarok llevó a Logan por todos los rincones del campamento mostrándole cómo habían sobrevivido los últimos años, alimentándose de la corteza de los árboles, también le mostró las armas equipo que habían fabricado para poder sitiar la ciudad.

“… pero aquí hay más gitanos de los que alguna vez hubo en nuestro grupo, ¿cómo es eso posible?” – preguntó Logan con sincera curiosidad.

“Ah, buena pregunta Witchfox, somos unos cuantos más de los que abandonaste hace unos años, y eso es porque hemos descubierto como ‘infectar’ de nuestra maldición a otros humanos. Todos aquellos que han osado entrar a nuestro bosque han sido capturados y convertidos a este nuevo estado de vida, aunque temo decir que son librados de toda voluntad propia.” – Zarok parecía contento al explicarle al elfo todas sus nuevas costumbres. – “De hecho, tu amigo el enano está sirviendo como experimento para ver que tan resistentes son los enanos a nuestro refinado brebaje, ¡los muchachos hasta hicieron apuestas a ver si por el tamaño se asemejara a un hongo al final!” – Zarok hizo una breve pausa, y con un gran respiro anunció. – “¡Ah! Hemos llegado.”

El paisaje boscoso terminaba de pronto, para continuar unos cien metros adelante. En el trecho, tanto árboles, plantas y cualquier otro tipo de vegetación fueron arrancados hace tiempo del suelo; en su lugar, había ahora un gran espacio lleno de barro y piedras de color café donde la lluvia se estrellaba contra el suelo con total libertad, en medio, largas estacas de madera habían sido clavadas al suelo, separadas por escasos pasos unas de otras, todas ellas estaban oscurecidas en la parte superior como enormes pabilos.

“Éste es el círculo, rodea toda la ciudad de los elfos, por las noches lo iluminamos prendiendo fuego a cada una de nuestras antorchas, algunas veces logramos que se vean desde la torre mas alta usando sus propios ciudadanos como combustible.” – Zarok sonrió maliciosamente cuando los ojos del elfo observaron a Miruvore amarrado en una de las enormes antorchas. – “Hoy quería traerte hasta aquí y cuanto habíamos podido iluminar con tu amigo. Por desgracia la naturaleza no nos ayudó, tal vez la suerte sigue de tu parte, sin embargo, las cosas se arreglan por sí mismas.”

“¿A qué te refieres repulsivo intento de planta?” – la voz de Logan fue seca y áspera.

“¡Uh!, ¿he tocado acaso una fibra sensible querido Witchfox?” – Zorak hablaba con deleite. – "Verás, es muy simple, tú te escabullirás en la ciudad, secuestrarás para nosotros al Rey Elfo y lo traerás ante mí. Así podremos quitarnos de una vez por todas esta maldición y aplastar la ciudad en un santiamén. Si no lo haces, te aseguro que podrás ver la antorcha de tu amigo desde cualquier punto de la ciudad.”

“¿Y que te hace pensar que me importa?” – Logan esperaba que su tono de voz haya sido suficientemente convincente mientras articulaba las palabras.

“Eso realmente me tiene sin cuidado, de un modo u otro el elfo arderá cuando cese la lluvia, así que yo en tus zapatos no me demoraría. Además tomaré esto, que por derecho me pertenece. Hoy la suerte se te ha acabado Withfox.” – Zorak arrancó del cuello del elfo una joya color rojizo, cuya leyenda gitana decía que le traía suerte a su portador. Posteriormente lo tomó con sus enormes brazos ahora convertidos en ramas y lo aventó al lodo junto al poste donde se encontraba su amigo. Decenas de arqueros se dejaron ver de entre los árboles apuntando al arrodillado elfo cubierto de lodo, quién, sin decir palabra, se levantó, miró al cielo y corrió al otro lado del bosque.


Lejos de ahí, un viejo lobo se acercaba a una figura encadenada en una cueva. La figura era Imhaet, había comido poco y las muñecas le dolían. Al salir de las sombras el lobo ya no era más un lobo, ahora era un pequeño mapache en cuyo hocico traía una llave. El mapache trepó hasta las esposas y utilizó la llave para abrirlas, luego bajó hasta el piso y se convirtió de nuevo en el lobo negro de siempre, dejando colgada en su cuello la pequeña llave.

El lobo habló de nuevo. “He decidido llevarlo hasta la ciudad élfica, no hay modo que pueda llegar solo. Es posible que aún haya esperanza.”

“¿Y a qué se debe el cambio de actitud?” – preguntó Imhaet mientras se agarraba las muñecas.

“Hace mucho había un hombre que juró proteger los bosques de éste mundo. Estoy yo aquí para honrar ese juramento.” – respondió el lobo.

Así Imhaet se colocó encima su armadura y espada y salieron del aquella cueva. La lluvia refrescó el espíritu del Semi-Icnaí. El lobo se convirtió entonces en un águila gigante sobre la cual Imhaet se subió, así fue como lograron cruzar hasta la ciudad.

Bhal, Dios del Balance.

Thursday, August 03, 2006

Un Oscuro Pasado

No se que fue lo que me despertó, tal vez fue el frío, o quizá las cadenas que sujetaban mis muñecas, o más bien la inquietante sensación de que me observaban. Un lobo estaba parado frente a mí, sus ojos, eran más penetrantes que los de cualquier otro ser que haya yo visto, haciéndome recordar mis últimos momentos concientes mientras corría por el bosque.


Mi cuerpo continuaba adolorido, pero había recobrado algo de fuerza. Inspeccioné mi alrededor, mi armadura y mis armas no estaban, tenía las muñecas encadenadas a la pared por encima de mi cabeza. Una pequeña y lejana antorcha iluminaba un poco el lugar, estaba oscuro y la humedad me hizo pensar que estaba dentro de una cueva. El lobo que tenía frente a mi no se había movido de su lugar y parecía ofrecerme un plato a mis pies con unas cuantas cerezas y fresas.

“Muchas gracias pequeño amigo, pero como verás no tengo modo de alcanzarlas.”

“Es tu recompensa si contestas bien mis preguntas.” – una voz salió de entre las sombras y el lobo frente a mí se fue.

“¿Y a que debo tan generosa oferta?” – respondí.

Otro lobo apareció de entre las sombras, era negro y del doble de tamaño que el anterior. Se acercó hasta mí y me miró fijamente con unos ojos fríos y, para mi sorpresa, continuó la conversación.

“No creo que estés en una buena posición para hacer chistes. Ahora dime ¿quién y qué eres?, pues no eres ni hombre ni elfo. ¿Y qué haces en éste bosque sin haber sido invitado?” – su hocico olía a sangre.

“Mi nombre es Imhaet y vengo de muy lejos, de un lugar llamado la Isla Blanca. No busco problemas, solo deseo llegar a Loth Dorel Ai.”

“Que lástima, nunca podrás llegar. La ciudad élfica esta sitiada.”

“¿Sitiada dices?...”

Mientras tanto, lejos de donde yo estaba, una banda de seres tenían a los elfos y al enano atrapados en jaulas de madera. A lo lejos, voces se acercaban.

“…los atrapamos ayer por la noche jefe, tres elfos y un enano; pero uno se nos escapó, era un elfo con barba.”

“¡Idiota!, Bueno, supongo que el veneno se encargará de él; y ¿un enano? ¿qué hace un enano en un grupo de elfos? Mhm, es probable que no hayan estado huyendo, mas bien querían entrar. ¡No importa, su fin será el mismo!” – hizo una breve pausa y continuó. – “Enséñame a los prisioneros.”

Las figuras se acercaron a las celdas y, hasta ese momento, pudieron ver que las criaturas no eran seres comunes, sus piernas eran raíces que se unían a su tronco, sus brazos eran ramas que terminaban con hojas como dedos y sus cabezas eran troncos tallados, coronados con maleza como cabellera.


“Mhm, creo que el enano arderá bien en la fogata… aunque igual podríamos encontrarle otro uso…, éste elfo… un poco raquítico, pero iluminará bien… y éste… éste… ¡pero no puedo creerlo!” – el ser soltó una risa diabólica al ver a Logan. – “¡Éste sáquenlo de aquí, hay que llevarlo con el Gran Jefe Zarok, seguramente estará contento de saber que el hijo pródigo ha regresado!”

“¿De qué hablan Logan?, ¿qué es eso de hijo prodigio?” – le preguntó Miru a Logan mientras lo sacaban de la jaula.

“No lo sé hermano.”

Arrastraron al elfo hasta que sus compañeros se perdieron de vista y llegaron a un lugar que podría haber sido un salón de palacio si no fuera por que se encontraba a medio bosque. Una figura se sentaba en un trono debajo de un gran árbol verde, la figura se levantó, se acercó hasta Logan y cuando estaba a punto de empezar a hablar, le soltó un fuerte puñetazo.


“Así que has tenido el valor de regresar querido hermano Witchfox, me pregunto si viniste por tus propios pies; quizá pensaste que a estas alturas ya estaríamos muertos. ¡Y pensar que si mi padre viviera ahora te abrazaría! Siempre fuiste su preferido.”

“Veo que te han tratado bien los años Zarok.” – el ser esbozó una pequeña sonrisa ante la respuesta del elfo.

“Siempre tan humorístico, creo que por eso mi padre confió en ti, pero ahora ve lo que tus correrías nos dejaron. Ahora estamos malditos por los elfos y no podemos dejar el bosque, mientras tú corriste muy lejos dejando a tu familia tras de ti.” – hizo una pausa y continuó. – “¡Ah, pero ahora las cosas han cambiado y tenemos a la ciudad élfica sitiada! y aquél que intente salir lo usaremos de antorcha para iluminarla. Te enseñaré por la mañana, lo vas a disfrutar.”

Logan fue llevado de regreso a las celdas casi inconciente debido a los golpes que le proporcionaron los arbóreos seres. Miru y el enano no pudieron hacer otra cosa que maldecir a las criaturas en todos los idiomas que se sabían. Mientras tanto yo continuaba con mi conversación con el gran lobo negro.

“Si esta sitiada la ciudad élfica debemos ayudarlos, así podríamos buscar a mis compañeros que han sido atrapados, seguramente por los mismos que han sitiado la ciudad.”

“Los elfos pueden cuidarse solos.” – me dijo el lobo. – “Además ellos se buscaron su propio destino.”

“Pero mis compañeros…”

En ese momento el lobo levanto una de sus pezuñas y la arrojó contra mi cuello, sujetándome ahora con dedos enormes, se levantó en sus patas traseras, levantándome a mi también. Rápidamente sus rasgos cambiaron hasta que tuve, delante de mí, un enorme oso gris que me sujetaba por los aires con un solo brazo.

“¡Tus amigos están muertos!”


Me dejó caer al piso y desapareció entre las sombras.

Icn Imhaet.