Primeras complicaciones...

Es hasta ahora que he podido continuar después de muchas penurias que hemos pasado mis compañeros, la tripulación y su humilde servidor. Pues el recuento de los hechos es como sigue.

Cuatro días pasaron desde que salimos de Itsca Moseri, la ciudad del puerto, y como había mencionado antes, viajábamos con rumbo al oriente cruzando el Mar de Hielo. El clima estaba calmado y avanzábamos a buena velocidad con viento en popa.

Pero en la cuarta noche nuestra suerte cambió, una gran ventisca nos golpeó desde el norte a eso de la media noche.

La sacudida del barco hizo despertar hasta al Lorgar, que dormía profundamente. Para cuando salimos a cubierta el viento ya había logrado desprender uno de los mástiles y nuestra altitud descendía.

Fue la peor tormenta en la que hayamos estado cualquiera de nosotros, el capitán no podía mantener el timón en curso y ya habíamos perdido tres tripulantes antes de amarrarnos al mástil principal. El capitán vociferaba instrucciones que apenas superaban el rugido del viento, y el aire que nos envestía era tan frío que calaba hasta los huesos. La tormenta parecía ser la enviada de un demonio maligno.

Durante cinco horas luchamos contra la naturaleza en espera de una tregua que nunca llegó. Durante cinco horas luchamos contra un enemigo que utilizaba todo su poder para derrotarnos. Y después de cinco horas caímos.

Con ahora ya solo el mástil principal, pero con la enérgica voz del capitán, la tripulación logró una excelente y desesperada maniobra para caer sobre el hielo, y no hundirnos en el agua helada del mar.

Chocamos contra el suelo estrepitosamente, con el primer golpe el mástil principal cedió llevándose algunos soldados con él y el segundó golpe hizo volar al enano cruzando la cubierta y fuera del barco. Así nos deslizamos hasta detenernos con un gran pedazo de hielo que parecía una montaña.

Cuando desperté estaba cubierto de nieve, aún tenía la cuerda cercenada atada a la cintura y el sol salía en el horizonte. Ahora el cielo se había despejado. Detrás de mi estaban los restos de nuestro transporte, corrí hacia ellos. El casco del barco se encontraba roto, sin embargo la estructura se había mantenido; trepé por un costado y alcancé la cubierta, Miruvore seguía amarrado a la base del mástil principal, estaba inconciente, pero con vida. A continuación busqué al capitán con la mirada, lo encontré todavía aferrado al timón, donde dio su último aliento de vida tratando de salvarnos.

Pasamos el día siguiente buscando sobrevivientes, tan sólo la mitad de la tripulación sobrevivió la noche, muchos terminaron sus vidas con el impacto y otros se perdieron en el gélido mar. Hicimos una ceremonia por aquellos hermanos por la noche, sabiendo que al día siguiente nos esperaba la penosa tarea de reconstruir lo que quedaba del barco y continuar nuestro curso navegando.

Ya habían pasado dos días cuando recibimos una sorpresa, el enano hizo su aparición, parece que su raza es bastante resistente. Refunfuñaba que había pasado dos días perdido y sin probar bocado, pero se mostraba alegre.

Así es como, dos semanas después de abandonar mi hogar, seguimos avanzando, con un barco y lamentablemente muchas pérdidas, pero debemos continuar. Ahora debo tomar una decisión importante en cuanto al curso que tomaremos, y debo consultarlo tanto con Miruvore como con Lorgar.

Icn Imhaet